Es lo mismo que le ocurre al quinteto madrileño DIGA 33 con respecto a las esencias musicales que le marcan el camino a recorrer desde hace ya más de diez años. Lo que podría parecer un homenaje a una época es, en realidad, un sentido agradecimiento a esos sonidos y formas de hacer que salpican a diferentes generaciones y que tienen como base una sola cosa: el puro divertimento.

 Porque es esa precisamente la savia que hace que una charla de bar sobre la idea de montar un grupo sin grandes pretensiones, siga dando frutos frescos pasados los años. Y, seguramente, ayude a ello el estar liberados de las autoexigencias de éxito y el hacer lo que hacen por el placer de reunirse con amigos y buscar que surja la magia de la música.

Y así, es muy fácil conservar la espuma de los días y que la fuerza los acompañe. Para ser igual que ellos, por favor, DIGA 33.